lunes, 9 de julio de 2012

“El predicador que siguió a sus fieles”. Artículo sobre el P. Claudiu Sferle


Todos los domingos, la comunidad rumana afincada en Calahorra acude al templo de San Nicolás, junto a la catedral, a escuchar al sacerdote greco-católico Claudio Sferle. Un joven cura que dejó Rumanía hace ahora cinco años para «acompañar en la fe» a sus compatriotas que decidieron emigrar a La Rioja. «La Iglesia siempre se preocupa de sus feligreses, por lo que el Obispado de Rumanía llegó a un acuerdo con el de La Rioja para que yo pudiera venir aquí a predicar con el rito oriental del catolicismo, que es el que se practica en mi país», explica.


Desde el principio, la acogida en la Diócesis riojana «ha sido muy buena», agradece. De hecho, la relación es tan estrecha que es habitual verle junto al obispo y el resto de sacerdotes de la ciudad presidiendo la procesión de los patronos de Calahorra, San Emeterio y San Celedonio, el día grande de las fiestas. «También participo en las juntas del arciprestazgo, en otras fiestas y colaboré en el JMJ con la acogida de 60 jóvenes rumanos», añade.


Durante sus primeros años en Calahorra predicaba en la iglesia de San Andrés, pero hace dos años consiguió abrir una pequeña capilla para sus feligreses. La sala, cedida por la Diócesis, se ubica en las dependencias del antiguo seminario y el mobiliario religioso guarda muchas diferencias con el de las iglesias que siguen el rito latino. Una de ellas se aprecia en la zona del altar, a la que no pueden acceder las mujeres y que está separada del resto de la sala por un iconostasio; una mampara tallada en madera con pinturas de imágenes sagradas.


Lo que une y lo que separa


Claudio predica de espaldas al público, siempre con sotana negra, como se hacía hace unas cuantas décadas en España. Pese a éstas y otras diferencias con los practicantes del rito católico, asegura que la tradición oriental coincide «en lo fundamental»: «Celebramos las mismas fiestas, tenemos los mismos dogmas, los mismos sacramentos y la misma fe», afirma.


«Lo que tenemos distinto es la forma de manifestarnos, como por ejemplo el que en el momento del bautismo recibimos también la confirmación y la comunión o que los latinos comulgan con la hostia y nosotros recibimos un trozo de pan normal», aclara.


Claudio es además un cura casado y con un hijo, pero este asunto prefiere pasarlo de puntillas. No quiere levantar polémicas. La Iglesia greco-católica permite a sus sacerdotes contraer matrimonio, aunque siempre que la unión con una mujer «se haya producido antes de la ordenación», precisa. De todos modos, «hay veces que para un cura es mucho mejor estar soltero porque tienes que compartir la vocación con el cuidado de la familia y ello te roba mucho tiempo», dice. «Los curas casados sueñan con ser solteros y al revés. Somos humanos», bromea.



Fuente: larioja.com